domingo, 23 de diciembre de 2012

De los días hermosos

La emoción familiar en las fechas navideñas



Mi madre nos ha dicho que mañana es el día. Y nos ha prometido ir a buscar el pino. Huele toda la casa como nieve muy dulce, como a libro de cuentos, como a luz entrañable, no sé cómo explicarlo, a algo así, parecido. Pero bueno, eso exige que nos portemos bien. Que no hagamos trastadas ni discutamos mucho ni escribamos torcido. Que no gastemos luz a lo tonto, en la cama, y nada de protestas ni trastadas ni voces, que esta semana ya «sufrimos» un castigo. Porque partimos nueces entre el marco y la puerta. Y saltó la pintura. Y rascamos la espalda contra las esquineras del pasillo.

La caja está guardada encima de un armario. Y cada adorno envuelto en papel de periódico. Las bolas de cristal, como rompen muy fácil, las dejamos arriba, entre el espumillón y una piel de conejo donde se acuesta el Niño. A mi madre le gusta desenvolverlo todo con paciencia y cuidado, porque todos los años nos parte una campana, un ángel, un tambor o un farolillo. Y nos comenta siempre cuándo compró las cosas, en qué tienda, a qué precio, y por qué a cada una le guarda algún cariño. Acaricia la estrella, limpia la picarota, le da un beso a Jesús y le fija y le limpia la aureola. Y después se le quedan las escamas brillantes por la cara y nos reímos de ella -qué simpática está- y no se lo decimos.

Y leemos postales de otras Navidades, nos las mandan parientes que se fueron muy lejos y nos desean paz y salud y una vida llena de amor y éxitos. Y se emociona un poco y suspira y nos dice que nada, que se fatiga algo, que no fue más que un hipo. Y forramos un tiesto con plata, o un caldero, y colocamos recto el árbol con las luces y le vamos colgando las piñas que pintamos, las lágrimas radiantes, el trineo y los renos, cerezas y guirnaldas, regalos precintados con lazos llamativos.

Es de los días hermosos; los nervios nos asaltan desde por la mañana. Y en la radio no paran de poner villancicos. El comedor encierra un aroma a resina y salimos afuera para ver cómo alumbran estas nuevas bombillas que se encienden y apagan, qué bonitas se ven detrás de los visillos. Y esperamos ansiosos esas noches tan largas en que cenamos todos con cara de alegría, con plenitud total y mi padre nos parte el turrón tan durísimo con cuchillo y martillo.

(La Nueva España, 19-12-2012)

lunes, 3 de diciembre de 2012

Laus


Gracias.
Porque mi canto va dirigido
al que deriva de la estirpe del cactus.
Al que no sabe más que pedir perdón
por mirarnos de frente.

A la benevolencia.
Al infierno de vida de la mitad del mundo.
A los que ya quisieran ser humildes.

Al buitre de las cumbres, a la gaviota.
Al ególatra arroyo, que va siempre a lo suyo.
Al clima, porque es sabio en su soberanía.

A todas las regiones adonde llega el sol,
a todos los poblados que los vientos recorren,
a todas las aldeas que despiertan los gallos,
a todos los caminos.
A las cuatro estaciones.
Al punto cardinal que aún no ha detonado.
A los cinco sentidos.

Mi canto es para quien forma parte, tanta parte de mí
tanta carne de mí
tanto cuerpo de mí
como yo mismo.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Tiempo de narvaso

Época de pomaradas mustias y de noches desiertas y extendidas


Es tiempo de narvaso y de garduñas. De nieve en los picachos prominentes. Y de jerséis de lana hechos en casa. Es época de pomaradas mustias y de noches desiertas y extendidas. De confiados raitanes que gorjean en busca de algún fruto y gorriones que añoran el verano y la grana. De abedules y pláganos que incendian el paisaje; de rubor de cerezos y guindales silvestres; de olor a tendejones y a esfoyaza. A desayuno, a pan sincero, a silabario. Y de humo de borrón entre la húmeda faz de la mañana. 

Son días de una luz muy verdadera, definitiva y limpia, en el perfil del mundo y en la grandeza azul de las montañas. De una nitidez inusitada en la infecta rutina que nos engulle inexorablemente, en la voraz rutina en la que nadie apenas se detiene ya ante nada. De unos cielos muy altos, con brillantes estrellas, que nos asoman a nuestra finitud. Días que llegan como ya terminados, extrañamente untados en desidia y galbana. Y apetecen el calor del fuego más que nunca y la complicidad de unos visillos. Y el rumor del cariño a nuestro lado. Y el silencio encendido en las horas oscuras y sus lentas estancias. Se nos antojan más las costumbres perdidas, los sabores añejos, los recodos tranquilos, los seres que nos faltan. 

Éstas son fechas aptas para acercarse a los recintos del pasado y adentrarse en los preludios del invierno y en las vigas antiguas y el vaho de sus cuadras. Y apropiarse de un cántaro de leche y cenar unos higos con pan blando y buscar en un cuarto algún resquicio inmune de la vida, alguna muestra viva de los muertos, de los años hermosos de la infancia. Y abrir viejos baúles, olvidados al pie de un lecho solo, tantear en los armarios los trajes y las felpas, el jabón y los lienzos, chocar con el perfume a romero y manzana. 

Son momentos de levantarse pronto, muy temprano, y atrapar ese albor que jamás volveremos a asumir desde ningún lugar ni desde esta ventana. De caminar sin rumbo, bosque arriba, por entre la quietud de la resignación, por entre los nogales derrotados, por entre los helechos ya vencidos y los quitameriendas pertinaces, por entre la agonía de las zarzas. Instantes más mortales que otras veces, porque traen caducidad y límites, separación muy firme del sol y las cigüeñas, de pétalos y ramas.

(La Nueva España, 9-11-2011)

lunes, 26 de noviembre de 2012

Postulación



Dame tus manos, mar. Oríllame

a tus alas. Arrástrame a la luz.

Sedimenta tu sed sobre mi voz caduca.

Ahógame en el fondo de tu forma

sin ángulos. Déjame

concebir el agua, corporeizarme

en líquido;

sentir que no naufrago

ahora

siempre

por ahora

y

para siempre.



Dame tus alas, mar. Abrázame

en tu hondura, alístame

en tus olas.



Aquí en la tierra no es libre ya ni el viento.

Sólo conozco

-ahora

siempre

por ahora-

la deriva.

viernes, 26 de octubre de 2012

Ye too norte




Ye too norte. Ye'l norte en puntu. Per au albancia la claridá. Onde la tierra se desvanez y la lluz güel a ocle y sal. Ye fin, principiu. Ye'l cabu'l mundu, l'entamu l'agua. Ye superficie y profundidá. Castru y Gaviera onde les foles cueyen relevu y el nordés xunce les sos dos ales y echa a volar. Ye onde la rosa los vientos brama. Onde la nueche ta siempre encesa y la borrina suel madrugar. Per au traxinen toles vapores, ye per au borien tolos pesqueros y per au pasen dalgunos barcos que yá más nunca vuelven pasar.

Ta ente Verdicio y l'horizonte, camín de Viodo, diendo al Ferreru, cerca Coneo, xunto a Tezán. Au les gaviotes faen los ñeros, onde La Erbosa quedó a suañar. Dende au s'avista la vida entera como un abismu que da a l'océanu, una estayina que va a la mar. Ta ente'l cielu y precipicios, penriba'l Ferre, de Solarriba poco p'allá. Después de Lluanco, frente a Bañugues, per u se crucia pa nengún sitiu, per u se vira pal enxamás. Mui a la vera la llontanza, ta en dirección a la eternidá.


© Aurelio González Ovies
Tardes de cal viva y brea
Voz: María García Esperón
Música: Yanni
MMXI

domingo, 14 de octubre de 2012

Usted seguro que ha sentido vergüenza alguna vez


Usted seguro que ha sentido vergüenza alguna vez
 al decir que en su cuarto caía una gotera
 o que su pobre madre le hacía el bocadillo
 siempre de natas con azúcar
                                -son cosas de la vida-
. Confieso que en mi casa el olor a humedad
 era casi entrañable
 y todos los domingos se comían garbanzos,
 salvo en alguna fecha señalada.
 Que lloré muchas veces por no querer llevar
 los jerseys con coderas
 o no tener un lápiz con enanito arriba.
 Confieso que la ropa nos la daban los primos
 que ahora son albañiles
 y que nuestra familia se rompió por la herencia
 de unos metros cuadrados de baldosas con taras
                                 -son cosas de la vida-.
 Que, a escondidas de todos y hasta los siete años,
 tuve el chupete debajo de la almohada.
 Confieso que los míos son personas sencillas:
 usted sospecha que hablo de un padre que no sabe
 lavarse bien los dientes,
 de una mujer que escribe con mala ortografía,
 de unos hermanos fieles como la misma sangre
 y una casa que huele, cada vez que entro en ella,
 a las húmedas manos de la melancolía.

 Confieso que he nacido donde hubiera elegido
 por encima de todo
                                   cada vez que naciera.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Conxuru


Trébol de cuatro fueyes:
fai qu'alcance esta nueche
les mios estrelles.

Camisa de culiebra:
dai voz a esta palabra
que nun me medra.

Cuquiellín de mayo:
dexa que salga´l sol
de la mio mano.

Cuervu de mal agüeru:
ofrezme enantes qu'agua
sede y deséu.

Agua bendito:
nun me descifres nunca
qué ye tar vivu.


martes, 25 de septiembre de 2012

La so casa golía a eses coses que queden


La mio hermana amasando marañueles. El llápiz afiláu con un cuchiellu. Les gafes de buciar y les aletes. La muda plegada nuna butaca. L'escapulariu que trayía al pescuezu. Aquelles llibretes de fueyes crespes. La fariña con agua pa pegar. El yo-yo que salía de premiu en Fanta. Los sifones coles boles d'anís. Mio padre ferrándonos les madreñes. El gustu a mortadela na merienda. Los xitanos qu'aparcaben en Guerble. El calor de la cuadra nos iviernos. Les patates asades nos borrones. Aquel colchón de llana en que fondiabes. La mesma trenca de tolos noviembres. Les zapatiyes furaes per delantre. La temporada les freses con nata.
La so casa golía a eses roses que queden

resistiéndose al tiempu na canciella

una güerta.

(Versos esperdigaos. La Nueva España, 8 abril 2007).

sábado, 15 de septiembre de 2012

La soledad


La soledad es algo
que tiene cura;
y se quita más fácil
que la pintura.
Si están solos los árboles,
mueven los brazos,
y enseguida se posan
cientos de pájaros.
Si están solos los ríos,
van a la fuente,
y enseguida se bañan
en la corriente.
Si están solos los campos,
telefonean a mayo,
y grillos a montones
vienen pitando.
Yo nunca estaré solo
porque soy listo,
y quiero a mi familia
y a mis amigos.

martes, 11 de septiembre de 2012

Maquinaria de la vida


Mírate por dentro,
asómate un día,
verás qué paisajes
llevamos encima.
Dedica unas horas,
mírate sin prisa,
verás cuántos órganos
en plena armonía.
El corazón siente,
el pulmón respira
y mientras la sangre
transcurre tranquila.
Conócete, observa:
no es nada sencilla
esta maquinaria
que nos da la vida.
Cuídala y escúchala,
porque es gratuita,
y como una flor,
¡ay si se marchita!

viernes, 31 de agosto de 2012

La vida


La vida es tan fácil
como una suma,
multiplícala tú,
que sólo hay una.
El mundo es, a veces,
algo tacaño;
réstale tú todo
lo que te haga daño.
La vida prefiere
que no dividas
aquello que sientas
de lo que digas.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Negro, blanco y pinto

Tres gatitos que tengo
¡dan unos brincos!
Tienen el pelo suave
como el cariño.
Pero se erizan todos
con cualquier ruido,
con los trenes de hormigas
y con avión-mosquito.
Pero si está su mami,
que se llama Carola,
entonces son felices,
jugando con su cola.
Los tres son muy pequeños
y muy distintos:
uno negro, otro blanco
y el otro pinto.



Voz: María García Esperón
Música: Nightnoise
MMXI

sábado, 25 de agosto de 2012

Viodo


Siempre creí que el viento nacía en Viodo. Pensé que el mundo en Viodo terminaba. Viodo era para mí el paraíso. Allí conocí el fuego y probé el agua. A Viodo yo le debo el pan caliente. En Viodo yo lo tuve todo un día. Viodo estaba tan lejos como un año. El nombre de los seres que no olvido. Los nombres que devora la distancia. Ca Telvina Carola y ca Rogelia. En Viodo apenas hoy me queda nada.

El cementerio donde mi madre duerme. La casería de los antepasados. El altavoz ronco del colchonero. Mi infancia de la mano de Remedios. La esbeltez del depósito, la escuela. El Castañeo, La Huelga y El Pozón. El llanto demencial de María Pacha. El yunque tempranero de la vida. El «Atrevido» atado bajo el hórreo. Las ristras de maíz como hambre fresca. El andaluz con aliento de vino. Las rosas de cien hojas de la huerta. El vaho protector que había en la cuadra.

La tierra que está encima de mi madre. El Estrián, agosto, tierra seca. La «gradia» y el surgir sin fin de las patatas. La claridad camino a Lavandera. El olor de la cal y los orígenes. La acritud del cucho en la antojana. Los altos eucaliptos vigilantes. El hule y la masera adormecidos. Las potas borbollando a fuego lento. El molino y la acequia en casa de África. El Humedal, la fuente, los narcisos. El sendero que sube hasta Bañugues. Atajos que bordean la mañana. La vía y los vagones de la mina. La estatura campesina del mundo. Los bálagos que visten el paisaje. El eco de la «línea» en Entrerríos. Secunda con su burro y las albardas.

El nicho en el que mi madre espera. El humo de la leche que se ha ido. Una mujer de luto con calderos. Una fuente donde lavan y cantan. La habitación cerrada por la ausencia. El rosario susurrado en penumbra. Los viveros tapados con un plástico. La chispa y la alegría de Clarina. El vaso con el perejil reciente. Los tiestos con crisantemos y dalias. El costurero, el huevo de madera. La lata de las cartas y postales. El cofre que guarda unas escrituras. El barreño de cinc, la palangana. Remedios que huele a limpio y a buena.

El eterno descanso de Luz Ovies. La higuera en el camino a casa Amparo. El campo de la iglesia, las campanas. El Bar Central, Ladino y Manolita. Aquel cuadro de «La última cena». La agilidad nerviosa de Marcela. Los estorninos y el ballico de Guerble. El día de la fiesta, las lanchitas. La procesión, la fe en «San Bartuelo». El aceite guardado por si acaso. El perfume a manzana en la panera. El musgo en las juntas de las ventanas. Los primeros tractores que llegaron. Los zapatos que Luis pone en entierros. El traje oscuro, la camisa blanca.

La lápida de Nieves y mi madre. Las vigas donde el tiempo se ahorca a diario. El «forno» donde el humo permanece. El cristal roto con la cinta aislante. La rama del laurel para el cocido. El azafrán y la canela en rama. Las golondrinas crías, su pico abierto. La cortina que había en la carbonera. El armario empotrado inalcanzable. El que cobra lo de las funerarias. El plumier de Adelina para Reyes. El reloj de la comunión. La esfera. La cinta atrapamoscas en el techo. La persona que varea la lana. El gancho con el trozo de tocino. Nori que borda para Albandi sábanas.

El cuerpo de mi madre tras el mármol. La muerte de Pacita, ¡qué lejana! El gesto y la bonanza de Zulima. María Estébana regando ropa al verde. La hoguera en la que queman trapos viejos. Unas astillas dentro de la hornilla. Los piñones que soltaban las piñas. Aquello de «Dios bendiga esta casa». La taza grande para el chocolate. La luz feliz que nunca más he visto. El «rinchar» del carro en la madrugada. La boda, el mismo día, de José y de Pilina. La luz sobre el silencio apolillada.

¡Viodo, qué cerca y qué apartado de mi vida. Cuántos sueños cruzando casa Flora. Cuántas noches bajo a los Abanales. Y cuántas Manolo me corta el pelo! Viodo. Ca Llarriba, Llabaxo y ca Santana? (La Nueva España, 5 de noviembre 2008)

lunes, 20 de agosto de 2012

El sueño creador


Sospecharse en los versos,
cerrar el libro.
Una mirada sólo,
una luz débil
y llorar de belleza
al ver cómo la brisa
mece
levemente
las rosas
y parece que un sueño
las inmortalizara.


© Aurelio González Ovies
Nadie responde
Voz: María García Esperón
Música: Spheeris
2012



domingo, 12 de agosto de 2012

Nunca tengas prisa



Nunca tengas prisa
ni para una risa.
Nunca te aceleres
por ser lo que no eres.
Nunca te apresures
si bajas o subes.
Nunca le hagas daño
al poco tamaño.
Guarda siempre un sueño
aunque sea pequeño.
Todo lo consigues
si sigues y sigues.
Todo lo serás
con sólo esperar.
Llegarás muy alto
con pequeños saltos.
Y el tamaño es nada:
está en tu mirada.
Y un sueño es muy guay:
da lo que no hay.
Nunca tengas prisa.
Las cosas hermosas
son muy despaciosas.

jueves, 9 de agosto de 2012

Indicios de verano




La fragancia fresca de las viejas rosas. Un rumor de abejas al fondo de mayo. Clavelinas dóciles en unas macetas. Esbeltos gitanos que extienden sus carpas. Los nidos de araña entre los sanjuanes. Los niños que juegan cerca del ocaso. El verdor que duele como verdad viva. El hombre tranquilo que encala su casa. La sombra afectuosa de la higuera fiel. El ropaje nuevo de un espantapájaros. La mañana llena de luz y jilgueros. La temprana música de una romería. El olor tendido de toallas de playa. Nubes de tormenta que llegan de pronto. La tarde que añora la siega en los prados.


La perfección púrpura que hay en las cerezas. Las niñas contentas que estrenan sandalias. La voz del anís, saludable y honda. El sol poderoso, cada día más alto. La explosión de aroma a flor de saúco. La sangre silvestre que filtra en las fresas. La soledad seca de las pomaradas. La hilera de hormigas que cruza el camino. La loma reciente de los hormigueros. La ilusión callada de los avellanos. Endebles gramíneas que bordean el tiempo. Los arvejos raudos que trepan las varas.


Brillantes lagartos que asoman medrosos. La piel que mudamos al perder la infancia. El arrullo ronco que un palomo emite. La calma enroscada en que duerme el gato. Los frutos que crecen milagrosamente. La lenta mirada que observo en las vacas. El abrevadero rebosante y limpio. Los últimos pétalos que caen del manzano. Mariposas leves que tantean el mundo. Caminos vacíos que van hasta el nunca. Pescadores quietos que velan sus cañas. Las pegas que riñen mientras van volando. Los adolescentes, sus besos que urgen. Las familias pálidas que comen al aire. El bullicio que abre y cierra el domingo. La cometa inhábil que asciende y se engancha. Estelas de aviones que jamás retornan. El furgón que vende bebidas y helados.


El resol doliente con que muere el día. La mujer que riega su huerto y sus plantas. El perro rendido que se echa y bosteza. La iglesia en que apenas se reza un rosario. Calor que refleja en las carreteras. Extensos espinos que aroman las horas. Abuelas que allegan las contraventanas. La límpida luna que late en las olas. Nerviosas libélulas al sur de los juncos. Petunias que brotan entre los geranios. El llantén que brota del caído muro. Sombrillas y toldos que ocultan el mar. Espacios que saben a niñez y a playa.



(La Nueva España, 30-05-2012)

miércoles, 1 de agosto de 2012

Yo no sabía que aquí mirabais el mundo con los ojos cerrados



Yo no sabía que aquí mirabais el mundo
con los ojos cerrados,
que amabais las cosas con tanto desenfreno,
no sabía nada de vosotros ni de este continente
al que llegamos siguiendo el curso del olvido.

Vengo del Norte,
de los acantilados de un destierro,
de los muelles que esperan la ternura,
de las mareas del último suspiro.
Ella quiere pediros una estrella fugaz para amarrarse
el pelo;
está cansada y ha venido mirando atrás
como los que no vuelven.
Mañana se verá en las aguas y quedará preñada
de las profundidades; mañana, siempre mañana
como hacen las promesas.

Vengo del Norte,
de la edad retorcida de las viñas,
de los poblados rústicos del vértigo,
del alarido febril del urogallo.
Desde ahora poseeréis el delirio de arcilla
que retumba en el vientre de la cerámica,
poseeréis la fuga de las olas, el verbo de la espuma.
Desde ahora beberéis el jugo del pomelo
y plegaréis la simetría del alma en los moluscos
y llevaréis sombreros como los que vendimian
las llanuras del alma.

Yo no sabía que aquí entendíais la prisa de los ríos
y cruzabais la historia en balsas de corteza.
No sabía nada ni de vuestros frutales afrodisíacos
ni de vuestras mujeres migratorias.

Vengo del Norte,
de donde lloran las abuelas cuando suenan las gaitas,
de las escapatorias de los topos,
de las minas saladas de las lágrimas,
de la beatitud que fermenta en los hórreos.
Soy prisionero del salitre. ¿Por qué no preguntáis
cuántos naufragios tengo?
Puedo responderos con una nube.

Ella viene conmigo y en los días bisiestos
la amaré con dos bocas.
Ella es la amada que vieron los pescadores en las afueras
de la niebla.
Ella es la heredera de los faros,
la última gitana de la estirpe del llanto.


viernes, 27 de julio de 2012

Algún día se posarán los pájaros a cantar


Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
Miguel Hernández


Algún día se posarán los pájaros a cantar
en tus brazos,
a descubrir que somos los náufragos del tiempo,
los herederos de una canción de amor
que se escuchaba en las brumas del norte.

Esta es la última primavera que estaremos juntos,
ésta es la última parada que precede al recuerdo,
éste es el tren que sale de la vida
a cada siempre en punto,
ésta es la noche que nos queda para romper en hijos.

Te irás y yo me iré,
pero te llevaré, te llevaré conmigo,
te enterraré conmigo a la sombra de un roble
milenario
y allí tendrás pastores que cuiden tus cenizas
y verás la oquedad montañas
y te despertarán los gallos de los dioses.
Todos los lenguajes quedarán sin tu nombre
y entonces las palabras brotarán en los prados
y arrancarán tus sílabas deshojando te quieros.
Hay alguien en el viento que recoge tu semen
y lo esparce a lo lejos. Hay alguien
que prohíbe tu mortal hermosura.

Te irás como una hora de labranza
dejando surcos llenos y un retorno.
Te irás como un camino hacia las estaciones.

Has sido tantas cosas que quedarán vacíos los sonidos
y morirán los números.
Pero estarás conmigo,
te encontraré un paisaje donde tus ojos crean
que la muerte es la vida en otra parte
con el mismo manzano, la misma casa al norte,
los mismos rostros gratos y el mismo perro.

Algún día los ríos terminarán enteros en tu boca
y molerás de nuevo esa nostalgia que madura en agosto
entorno a los maíces y a las romerías.
Tendrás jóvenes llenos de salud
que adorarán el árbol y encenderán sus fuerzas
en las paganas noches de solsticio.
Tendrás enamorados
y bueyes que carreten su ajuar a otro destino
y bosques silenciosos
y casas encaladas con sus cuadras, su estiércol
y su niño comiendo el primer bocadillo.

Te llevaré conmigo
a una lluvia que caiga sin rozar los balcones
a que se asoma el tiempo
para decir el nombre del que ha sido elegido;
a una noche estrellada
donde sobren los faros y te vean los barcos
desde la lontananza.

Esta es la última vez que te veo llorar
sobre la historia.


(A quienes quiero, ellos lo saben)


lunes, 23 de julio de 2012

De tarde en tarde


De tarde en tarde quiero que vengas
a decirme algo,
por ejemplo, que existes y sabes que existimos,
que la vida no es todo tirar hacia delante
sin pararse a pensar
eso que ya no somos ni seremos ni hemos sido.
Porque ¿a veces no te ocurre
que has sentido una voz, un rostro, un gesto
y se te abren los brazos... y es el recuerdo?
¿Conocías a José, Rosario, Inés..? Se han muerto.
Tampoco están, tampoco,
ni Gruñón, ni el silencio amarillo de tus dalias,
y el mar desde tu casa se ve un poco más viejo.
También yo he envejecido:
mi voz, mi andar, mi cuerpo...
Pero la vida es esto, ya se sabe:
soñar que hay siempre tiempo
para olvidar que uno puede ser atrapado en el intento.

(Para Mª Sol, desde su pueblo)

viernes, 20 de julio de 2012

Era el olor a lluvia



Era el olor a lluvia y una cierta tristeza. No había nada
más que una luz hermosísima entre los maizales.

He vivido bastante.

Agosto: campos segados y atardeceres lentos. Caminos ya
muy viejos, campesinos, moras muy dulces, tordos,
manzanilla.

Morir ahora sería echar a andar y dejar atrás este momento, su belleza.


© Aurelio González Ovies
Con los cinco sentidos
Marian Suárez Aurelio González Ovies
Cuadernos FÍBULA de Poesía
Avilés, 1997
Voz: María García Esperóon
Música: Preludio, Chopin, Einaudi.
MMXI

miércoles, 18 de julio de 2012

L'ultimu veranu



¿Alcuérdeste? Les andarines taben a puntu
marchar yá. Y entovía nun viniera nin siquiera
una gracha. Setiembre llegó fríu, cayó
una granizada. Fue l'añu que la vida
nos llevó tantes coses. Fue l'ultimu
veranu que contiamos estrelles y baxamos
en bici a bucear a la rampla. Fue l'añu
en que la vida empezó a ser verdá.

sábado, 16 de junio de 2012

(ES MI PALABRA)



Juro que no he perdido
la esperanza.

Todo es posible
hoy
desde mis ojos.
Todo lo que no encuentro,
todo lo que no alcanzo,

hoy,
-lo juro, sí-
será palabra.

(***)

Palabra dicha,
palabra instante donde cabe
                                   la vida.

Palabras dios
sobre todas las cosas

             para los que son fieles
             por encima de todo;
             para los que surcaron mi niñez
             con carabelas demócratas y aviones de cuartilla;

(***)

para los que promulgan diluvios
y se mojan.
Los que son tan hermosos, tan nuestros
como los años que no vuelven;
los que plantan cipreses en los huesos de Roma,
los que impulsan trirremes en las charcas
del sábado
los que sueltan medusas en los mitos del Tíber;

los que nos pintan puentes naïf y carruajes vistosos
en el inevitable sufrimiento;
para los que han lanzado
desde el alto sentido -Federico y Octavio,
Biedma, Orozco, Celaya...-cañonazos y bombas
de humana poesía; (porque benditas sean
las horas, Pepe Hierro,
benditos los momentos,
                       Gamoneda,
en que te leí y sentí cómo mi piel
escapaba hacia tu idioma
                              y se me enamoraba).

(***)

Hasta palabras nORIa
donde giran los asnos

                y fluye el río.
Palabras nerviosísimas de hipérbaton
y hormigas. Palabras
ilegales
que llegan a mis
                                   acantilados.

Palabra
te respiro
te bebo
te seduzco
te amo
te penetro
te traiciono,
        regreso
y tú me esperas

me acuestas en tu pecho
de epopeya

y me hablas :

domingo, 10 de junio de 2012

En la boca del alma


Como otra tarde más
caída
de los dominios
de la costumbre,
habito aquí,
bajo este sol
que ya se apaga,
el canto de algún pájaro
a lo lejos,
y un poco de jazmín
en la solapa
de la habitual melancolía.
Aquí,
siempre
la noche
y esos negros caballos
sospechosos
que beben en mi ser
tan mansamente,
pero no tornarán
a la sed que me dejan.


(C) Aurelio González Ovies
Nadie responde
Voz: María García Esperón
2012

sábado, 9 de junio de 2012

Siempre traían sombrilla


SIEMPRE traían sombrilla

y maletas y perchas y los coches

muy limpios.

Veraneantes puntuales como junio.

Entraban en la casa, abrían

los balcones,

sacudían las colchas

y enseguida se iban a tomar el vermú

con un aperitivo

-qué palabras más raras-

y a jugar al parchís, a la sombra,

debajo de la parra.

Los muchachos comían, ansiosos,

gran parte de los días

en mi casa,

preguntando por qué había tanta fruta

en nuestra mesa

y potas con comida,

si mi padre era un simple

conductor

del camión de la basura.

-Y a mí qué me importaba!-

A finales de agosto,

a mi madre le daban muchas veces

las gracias.

Un año me dejaron el pájaro

y la jaula.

El pueblo oscurecía muy temprano

y caía la lluvia.

Desprendía su humo la tristeza.

Calor. Tierra mojada.

Al alejarse, las bacas de los coches

apiladas de bultos y de magia.


Me quedaba el invierno.


© Aurelio González Ovies
Nada 

domingo, 3 de junio de 2012

Entonces la inocencia


                                                   Para Nori                                                  

Entonces yo metía la soledad en botes
y bajaba rodando por los prados en cuesta
y disecaba insectos en cajas de cerillas
y entendía la muerte como el final de un cuento
y esperaba la lluvia con las botas de goma
y me hacía feliz estrenar las libretas.

Entonces me escapaba muchas tardes de casa
y subía a los pinos y vendía las piñas
y nunca había visto de verdad girasoles
y me parecía lejos lo que estaba muy cerca.

Entonces me sabía entero el Catecismo,
pero no me gustaba tener que entrar a misa
y estrenaba por Pascua sandalias y bombachos
y estrenaba en Difuntos pantalones de felpa.

Entonces ya admiraba qué libres son los pájaros
y no quería ir siempre por los mismos caminos.

Entonces no me daban respingo las noticias
ni asco los gusanos ni miedo las culebras
ni angustia ningún peso.


© Aurelio González Ovies
Nada 

lunes, 28 de mayo de 2012

JUNIO


                                                                   Para Marta (Trucha)

JUNIO era azul y alto como los cielos de los sueños.
Chirriaban los grillos, los brezos crepitaban. Calor a media tarde...

Y mi madre decía: no quites la visera.

Recuerdo que Ramón y Quico, con sus ponchos
de jipis, tocaban la guitarra,
debajo de la higuera
cantando a Mocedades y a Agua Viva,
y mi hermana pegaba en los brazos y piernas
calcamonías de lunas y de Camilo Sesto.
Ser feliz día a día era un corto trayecto: rastrear
las camadas de las gatas paridas,
ser el mejor tirando con gomero...

Un verano pasaba más despacio
que ahora toda mi vida.

Y mi madre decía: diviértete y sé bueno.

Y yo amaba a mi madre por encima de todo,
por encima de dios, sobre todas las cosas
y quería abrocharle al cuello un arco iris
y ella me prometía comprarme una laguna
con juncos y libélulas y renacuajos grandes
para detrás de casa.
Yo soñaba con nidos y regatos. Y Marta,
mi reina en nuestro reino,
siempre estaba conmigo, tanto si era viviendo
como si era soñando.

Y mi madre decía: la mitad para ti y la mitad para Marta.

Recuerdo el eucalipto y un bullicio de pegas
y la mar a lo lejos y su luz poderosa
entre verdad y plata
y a Juana que pelaba patatas a la puerta
y escuchaba seriales en la radio.
Por esos días, un día, anunciaron la muerte de Cecilia y Nino Bravo.

Y mi madre decía: qué vida más ingrata.

Muchos años después, o nada o la nostalgia.

© Aurelio González Ovies
Nada 

viernes, 18 de mayo de 2012

Volverás en verano



Volverás en verano
y encalaremos juntos la fachada del tiempo.
Aquí todo envejece a ritmo campesino
y te echamos de menos cuando tus rosas
revientan como un tiro de sangre.
Todos los días del año son los más oportunos
para añorar al ser que nos ha abandonado.
Pero tú volverás;
yo sé que te apetece escuchar las rodadas
de la infancia entre la manzanilla;
yo sé que tienes ganas de entender
qué dicen las gaviotas cuando rompen el sol a picotazos.
pero tú volverás
porque han puesto autobús para llegar al nunca,
porque el pueblo se queda poco a poco,
porque quiero cambiarte unos cromos del llanto,
porque te necesito para labrar el frío.
Volverás a esa hora temprano
y los niños irán ya a la escuela en pantalones cortos
y te diré en secreto por qué cantan los gallos
y te llenaré un libro del olor de las cuadras.
Volverás porque, a veces, si nos falta algún rostro
el pasado es reciente a cada siempre.


© Aurelio González Ovies

viernes, 11 de mayo de 2012

Insomnios



No olvido aquellos días.
No borro aquellos miedos.
Madre, ¿Cuándo sea mayor
Tú serás ya muy vieja?;
¿tendré que enfrentarme un día al mundo
solo?
Ella siempre venía a darme un beso,
Me apagaba la luz
Y me decía:
no pienses esas cosas, hijo mío,
eres muy joven, anda,
todavía.
Pero cuando el invierno arremetía
furioso
contra las ventanas
y el triste crucifijo pendía sobre mí
tenebroso y oscuro
me aparecían los muertos
que había visto metidos en cajas.
Tanteaba la pera, encendía la bombilla
y con cualquier excusa la llamaba:
mamá, no sé si tendré fiebre,
tráeme un vaso de leche,
hazme una manzanilla.
Y entonces como siempre, como
a todas horas, ella estaba
fregando
y dejaba los platos y las potas
y me poníael termómetro
y tanteaba mi frente.
Voy a quedarme aquí
para que no te muevas.
No me parecen décimas,
Tranquilízate, calma.

Y con su mano allí,
sobre mis pensamientos,
huían mis temores
y en breve me dormía.

Otras veces la guerra o el infierno
-paisajes que tanto ensombrecían
aquellos negros años-
me angustiaban el sueño a media noche
y gritaba su nombre.
Y entonces, como siempre,
como a todas horas, ella estaba sentada en la cocina,
cosiendo o repasando,
o escogiendo lentejas o picando
patatas.
Y clavaba la aguja en la pechera
y se allegaba al cuarto
y me frotaba el cuerpo
con alcohol de romero y con papel
de estraza.

Y con su tacto allí
posado en mis delirios
repetía en voz baja:
ya verás cómo pronto pasa esta noche
ya verás qué enseguida llega mañana.


© Aurelio González Ovies
Insomnios
en NO, Cuadernos FÍBULA de Poesía, Avilés, 2009. 
Presentación en el Palacio de Valdecarzana (Avilés) junto a Marian Suárez 
Realización: Nacho en Un mundo de colores





sábado, 5 de mayo de 2012

Madres

Loa a las abnegadas mujeres que nos traen al mundo


Son fuentes encendidas en las noches cerradas. Son fuerza, escudo, aljaba, desprendimiento, abrazo. Son todo lo que somos, más lo que no han podido. Todo lo que aún contienen más todo lo que dieron. Son ángel, persistencia, gratitud y claror. Son parte de la vida, como la lluvia, el árbol, proclives al amor y a eternos sacrificios. Son báculo y promesa, destello, calma, arresto. Son rumbo hacia nosotros, desinterés, belleza, con manos de torrente y raza de camino. Son flor en pleno invierno, capacidad, alcance. Son llama, intensidad, coraje y sutileza, con alma en vez de piel y trazo de cariño.


Y manejan los hilos de la perseverancia, los atriles azules de los cielos inmensos. Llenan la soledad de música y ternura, nos tejen primavera con el grosor del frío. Pulimentan el hambre y atajan las penurias. Desintegran los trazos del dolor más profundo. Localizan desánimos e inquietudes y ahogos. Nos rebajan el ancho de daño y cicatrices. Desprenden el aroma de los días hermosos. Comparten con el fuego un origen divino. Esperan lealmente sin prisas ni cuestiones. Vislumbran con los ojos lo que no habla el lenguaje. Conservan los secretos con el rigor más íntimo. Nos ahuyentan los miedos gigantes de la infancia. Nos moldean palabras, allanan altibajos. Nos temperan el llanto. Nos ceden el respiro.

Un poema a todas
las madres que existen,
a las que nos peinan
y a las que nos visten.
Un poema a todas
las madres del mundo
porque hacen milagros
de un guisante crudo.
A las que aunque estén
con fiebre y anginas,
nos fríen abrazos
y asan sonrisas.
A las que de siempre
nos quieren ya tanto
que rebosan sueños
mientras tragan llanto.
A las que del pez
fiero de la vida
nos sacan la carne
y comen la espina.
A las que envejecen
con grietas y grumos
de exprimirse a diario
para hacernos zumos.
A las que ya están
sobre nuestra cuna
borrando la noche
y pintando lunas.
A las que nos cubren,
defienden y abrazan
incluso si duermen,
incluso si faltan.
A las que los años
casi se les pasan
entre planchar fuerzas
y limpiar la casa.
Un poema a todas
estas siemprevivas
que sirven de fuelle
y aguantan de viga.
Un gracias a todas
estas madres nuestras
que son cocineras,
modistas, maestras;
y adornan bizcochos
o administran cuentas
y trenzan toquillas
o zurcen sorpresas.
A las que aún están
o son ya estrellas.

(Fuente: La Nueva España, 3-5-2012)


© Aurelio González Ovies
Voz: María García Esperón
Música:Yiruma
2012


miércoles, 25 de abril de 2012

Pasa el tiempo


Pasa el tiempo
y es todo irremediable.
A un paso de nosotros
hay un donde sin suelo,
una lluvia enfermiza
que divide la tarde
en dos días diferentes,
un naufragio de rosas,
una tierra cubierta de silbidos
como un invierno.
Pasa, y tú cada vez a menos,
lo siento en el abrazo
que tiene las bisagras descontentas,
en la mirada gris
con que coses mi ropa.
Lo siento en tus paredes desconchadas,
en los retratos:
porque sonríes lejos,
porque arrugas las fechas en tu carne,
porque te pasa un río de sombras
cuerpo abajo, vida abajo.
Es todo irremediable, aunque te quiero.

(C) Aurelio González Ovies
En presente
Voz: María García Esperón
Música: Kitaro
MMXI

lunes, 23 de abril de 2012

Gracias, libros

Gracias, libros: he tenido en mis manos hasta lo inalcanzable, lo que soñé a menudo, lo que la luz no ofrece ni la sombra te acerca. He pasado las páginas de lo que me dejó o perdí en el camino. He anotado los símbolos que nunca dije a nadie, he glosado las líneas que no compartiría jamás de los jamases. He pisado las calles fangosas de Macondo, he tocado a la Eneida, creyéndola mujer, he estado muchas noches a la épica sombra de la esperanza lóbrega de la firme Penélope. Gracias, libros, por las revelaciones y por las contingencias.           

Por mis dedos cruzaron las golondrinas lóbregas que no han de regresar, las aguas de los ríos que van a dar al mar, inexorablemente; el canto de los pájaros que añoraba ya en vida, en su Moguer del alma, allá en el huerto claro, junto aquel pozo blanco, el autor de Platero; las aspas y gigantes del molino que muele la espiga de utopías. Sin vosotros yo nunca sería este humano breve que me siento.

¿Dónde existe más mundo, dentro o fuera de vosotros? ¿A lomos del día a día, lema y limo, o en lo que, desleídos, os leemos? ¿Qué es más verdad, la vida engañadora o las veraces sílabas que conforman los versos, las fábulas, las hermosas mentiras de vuestros mudos párrafos? ¿En qué lugar más humo, menos ascuas, en las favilas longevas de los plisados pliegos o en la instantánea chispa de esta existencia que casi no encendemos?

Libros, por encima de todo, gracias. Gracias por tanta tinta muerta, por tanta vida en tinta. Gracias por vuestros sentimientos y la carnegrafía. Sin conocer apenas, así es de superficial el hombre de la tierra, he conocido a fondo la claridad de Ítaca, los vinos sabrosísimos del suelo del Vesubio, el viento de Orihuela, la soledad de Gloria, los campos de Castilla. Y en algunas estrofas, acaso quedará el nombre de mi madre, grana bendita. (La Voz de Asturias, 25-04-09).

miércoles, 18 de abril de 2012

Lejos de nosotros


Lejos de nosotros hablarán de ti
tras los días grises.
Hablarán, mientras caiga la lluvia,
de tus ojos dibujados en griego,
de nuestra vida juntos al norte del pecado,
de tu cintura blanda como un banco de niebla.
Leerán el poema que siempre quise hacerte
y te sospecharán al modo de las diosas
de piel tostada que existieron
en las afueras de la tierra.
Lejos de nosotros, cuando la lluvia caiga
en nuestros nombres, sabrán que hemos estado.

jueves, 12 de abril de 2012

Amárrate el pañuelo como en los días pasados



Amárrate el pañuelo como en los días pasados,
para que nadie ignore nuestro origen
y canta la corriente del río hasta que el sol
se oculte.
Somos los campesinos de la aurora,
los habitantes del poblado que da forma a la lluvia,
los dueños del aliento de la leche
y la frescura femenina de los cántaros.

Es tiempo de sembrar la voz que falta,
es tiempo de enterrar el hambre para siempre,
es tiempo de cocer el barro que nos hunde
en la memoria.
Ella podrá deciros los secretos del fuego
y la blanda leyenda del adobe.

Ella viene conmigo como la azul puntualidad
de las mareas
y romperá en espuma tan pronto como el beso.

Vengo del Norte,
de los brazos comidos de una generación enferma
como la misma muerte,
de las canteras del olvido,
de la simétrica antigüedad de los helechos.
Pero llego al fin,
con la esperanza tierna que apetece en los panes,
con el sabor a tierra que define los cuerpos,
con el escalofrío de la sangre.
Vuestras bocas reventadas
nunca más añorarán la gratitud del agua
ni el refrescante rumor de los cerezos.
Yo también sé cómo gritan las hembras
cuando paren criaturas malditas.
Llorad ahora. Ahora. Nunca os abandonaré,
nunca veréis a esos seres queridos
comidos por las moscas,
nunca estaréis tan solos como el suicidio.
Nunca. Mi palabra es promesa.

Vengo del Norte;
parece que fue ayer cuando caía el sol
en la cal de mi ausencia.

domingo, 8 de abril de 2012

Esparce mis cenizas

Esparce mis cenizas
frente al mar de mi casa
a esa hora en que el recuerdo
puede ser la gaviota sobrevolando frágil.

 


(C) Aurelio González Ovies
La hora de las gaviotas
Voz. María García Esperón
Música: Eleni Karaindrou
MMXI

miércoles, 4 de abril de 2012

Territorios de opio


Poseo el veneno sabroso de la soledad,
sus amargos tragos y ese remordimiento de haber dejado
en el camino algunos nombres.
Tengo en las manos la herida de una palabra mal escrita,
la sangre de un velero que se diluye en la memoria,
la locura de un abril sobre las rosas.
Nombro una droga prohibida como la dulzura de esa muerte
que llega hasta nosotros con el pelo mojado
y nos enamora un poco de lalluvia.
Nombro esa soledad que nos hace el amor como los frutos
y se deja caer, tan vegetal, como una rama.

sábado, 31 de marzo de 2012

Y entonces se limpiaba las lágrimas


Y entonces se limpiaba las lágrimas
con los puños de su camisa.
Hablaba de los barcos,
de baúles cargados, de las tormentas
de su casa de América con palmeras
y aljibes y potos gigantísimos;
recordaba a las indias con sus pies de coral
y se callaba -quizás un nombre propio, muy moreno-
y se quedaba absorto, observando las nubes,
y lloraba en silencio
por que el recuerdo estaba vivo,
en el hombre sin nada, sin nadie,
sin sí mismo.
Nos admiraba su sabiduría en las tardes vacías
del domingo,
nos intrigaban su voz, sus lentes, sus manos como
nudos,
su tanta vejez achiquillada.

Siempre hay en nuestro origen algún sabio
que muere por no decepcionarnos.

                                      (A José, in memoriam)


(C) Aurelio González Ovies
Voz
María García Esperón
Música
Heitor Villa-lobos
MMX

miércoles, 21 de marzo de 2012

Solamente una tarde...


Vengo del Norte
XVI

Fue dura la verdad como un arado
Pablo Neruda

SOLAMENTE una tarde soñaremos sin rumbo,
aunque soñar es fácil desde vuestra ternura.
Yo también quise ser y alcanzar tantas cosas
como vosotros mismos,
pero al final me tumbo a la sombra del hombre,
a la engañosa sombra de la vida.

Vengo del Norte
y canto la nostalgia de un verano que acaba,
de un pañuelo que dice adiós al horizonte,
de unos ojos que lloran cuando parten los barcos.
Por mi casa pasaban, al rayar la mañana,
pescadores morenos como la idolatría,
hombres con más salitre que el egoísmo del océano.

Soy recuerdo y soy faro
y soy costa que espera vuestros ágiles remos,
vuestro asomo de muelle, vuestra mirada libre.

Aquí merendaremos como en los viejos tiempos,
recordando las hembras que conocimos lejos
y perdieron su fe por el amor de un día.
Beberemos hasta que no sepamos la causa de la noche,
hasta que nos apene nuestro ser miserable
y escupamos el miedo que llevamos a cuestas.

Es muy fácil soñar lo que nunca seremos,
lo que, a pesar de todo, hemos perdido.
Pero es corto el camino, duro como el arado.

(C) Aurelio González Ovies
Vengo del Norte
Voz: María García Esperón
Música: Kitaro
MMXI

miércoles, 14 de marzo de 2012

Morir sin medida


A Chusa, por su ser.
De qué nos sirve  entonces
la memoria
si no tenemos fe ni percibimos
que hay algo por encima
de nosotros
que nos lleva a soñar
lo inalcanzable.
Otra edad llegará
que nos despierte
y nos haga llorar
sobre el vacío,
nos asome a su invierno
y a sus noches
de estrellas más lejanas
que el recuerdo.
De qué me vale entonces
esta voz
que nombra a veces
cosas tan queridas
y ahoga a veces
tragos tan amargos.
De qué tanta pasión
por habitar mi ser,
encontrar el silencio,
compartir ese eterno
momento en que la mar
parece que nos habla.
De qué sino para esperar
que en todo hay esperanza.






domingo, 26 de febrero de 2012

Si fuéramos chiquillos

Si fuéramos chiquillos
te preguntaría
por qué letra empieza tu tristeza.


   

(C) Aurelio González Ovies
La hora de las gaviotas
Voz: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI

martes, 21 de febrero de 2012

Los panes y los peces


Algo tenían sus manos
como de brote o pozo:
y aunque faltara el agua,
nos mojaban la sed.
Y aunque el sol no saliera,
tocarla, iluminaba.
Y aunque hubiera muy poco
y los días muy duros
y los meses muy largos
y nuestras bocas todas,
se restaba a sí misma
-tuvo que ser así-,
con tal de que a nosotros
-ilusiones y fruta, sueños y ropa nueva-
se nos multiplicaran.


jueves, 9 de febrero de 2012

Los labradores cantan con voz de vino dulce

Los labradores cantan con voz de vino dulce
algo muy parecido a nuestra infancia.
La grana de la ausencia empieza a desbordarse
                                                        sobre el muro
de estas largas tardes de cal viva.
Jamás podrán los hombres arrancarse su sangre
ni romper el espacio de las primeras manos
ni detener los barcos que parten con el tiempo.
Los labradores cantan y oscurece otro día
por detrás de los árboles.


martes, 7 de febrero de 2012

Qué de la belleza


QUÉ de la belleza
si nos vendan los ojos.

Se mantendrían en pie

poemas coloniales y sus palmeras
de ímpetu.

Apreciaría el espacio
que ya no vemos
nada,
que ya no amamos
nada.

Palparíamos entonces la salud y el amor
en primer plano.

Reflectaría el día en la tez
de la noche.

Opacaría la noche las vidrieras
del día.


Merecería la pena la cerrazón
del círculo,
la perfección de un labio,
la duración incierta
del presente.


Cómo no adivinar materia

luz
naufragio
semillas
animales
transparencia

cantautores
metales
eremitas

donde un prendedor

de aire
sostiene las cenizas de Valente,
Valente, sí,
Valente,
por más que sea ceniza.

Quién espolvorearía
la púrpura
en las escamas de los peces.

Qué Serrat más cobalto
que el de Mediterráneo.

Qué estrofas más doradas entre las amapolas
de los campos de Claudio,
aquel
silo
de voz
que
se
alzaba
en
Zamora
desde toda Castilla.

Quién sobrellevaría no haber tenido
nunca
un reino entre las manos,
la vida ante los ojos,
la vida sobre un fruto,
el mundo en un deseo.

Y una víspera Hernández,
con él,
allí, en su celda, para escuchar sus ojos
llorar tarareando las nanas

de cebolla.


Y un verso, un verso
sólo
que justifique
solo
toda la existencia.

Y una palabra,
una palabra
sola

que merezca
la vida,

la vida
entera.

Lo juro.

Tocata y fuga
en mi voz.

Principios de primavera.

(C) Aurelio González Ovies
Tocata y fuga
Voz
María García Esperón
Música: L. Einaudi: Alexandria
Imágenes: Tardes de cal viva, Google
MMX

miércoles, 1 de febrero de 2012

Primera Luz



Canta el mirlo.
Rememoro la paz de un tiempo muy antiguo.
Se desborda la luz. Acaba marzo
y abre la vida
          de par en par

todos sus pétalos.