domingo, 21 de noviembre de 2010

Quién sabe, amor...


Quién sabe, amor,
si un día
en tus ojos yo veo
mi vida que te busca
enfurecidamente
como una mar con viento.


Si en tus ojos,
un día,
me parece que veo
las tinajas de humo,
los bosques y los barcos
y las casas de cal
y las proximidades que envejecí soñando.


Si en tus ojos,
un día,
yo leo que no puedo
morirme
porque nos falta un verso.
Porque te necesito
para bajar despacio
de todos los poemas
que no desandaremos.
Para mirar las luces
del mundo
que se apagan
como una noche más
pero rotundamente.


Porque te necesito
sentada
a mi derecha
por si tuviera frío,
por si sintiera miedo,
por si pidiera agua,
por si quisiera que
me hablaras del pasado
mientras me dure el sueño
longevo de la muerte.


Quién sabe, amor,
si un día,
en tus ojos se enciende
alguna dirección como la de la infancia
con colores y cintas
y soles con visera
y caemos al límite de un paisaje con prisa
donde todo progresa
y pervive
regresando.


Si en tus ojos
escucho que unos guardias
excavan
imágenes y túneles
y caminos muy largos.
Y te miro y comprendo
que, en todo lo que existe,
las formas no son más
que mi capacidad
para reconocerte.
Y te miro y comprendo
que no quiero marcharme
a no ser hacia el ámbito
de tu interior de amante;
a no ser que tú vengas
conmigo
y te me acuestes
con tu tierra y su peso
en la tierra que ocupo.


Quien sabe, amor,
si todo
es nada
finalmente.


Y la verdad más grande
de nosotros
es la mentira hermosa
que vivimos.


Poema publicado en el primer número de la revista "La caja de Pandora", 1997
Tomado del blog Una isla para náufragos (La caja de Pandora)