jueves, 11 de noviembre de 2010
Entre lirios
CASI siempre era en mayo. Cuando estaban aún
muy verdes las ciruelas
llegaba la estación de los gitanos.
Buscaban el abrigo y extendían sus trastos y sus lonas
donde sonaba el agua y asomaban los lirios.
Eran como el terreno, solitarios, nocturnos.
A ellos les gustaba buscar en la escombrera. Ellas
pedían patatas y gallinas.
La vida, desde allí, me olía como el humo.
Marcharon de repente. Fue un año de chubascos.
Dejaron zapatos y vasijas, vestidos y unas brasas.
La Estrella iba echada tosiendo en la carreta.
Pascasio, el burro gris, apenas se movía.
Y en un árbol atada, comida por las moscas,
quedó ladrando, hasta su fin, la Cáscara.