viernes, 1 de octubre de 2010
Quién diera a su ir y venir la quietud de tu alma
Cuando lloraba, entonces
yo le decía:
no llores,
mira,
¿ves?,
por ti va y viene el mar
con olas a la tierra.
Tú lloras porque no la alcanzas
y ella porque no te llega.
(Para Reme)