viernes, 15 de octubre de 2010

La víspera


Convendría dejar las luces encendidas, apagar los rencores, revisar los fogones, desconectar nostalgias, obstruir pesadumbres, grifos y soledades; y dirigirse al mundo como si nada, mirar al cielo y observar el paisaje apoyado en la noche, conscientes de que entramos en la víspera. Dedicar al teléfono unos minutos, llamar muy sutilmente, sin indicios ni datos, a aquéllos que merecen un mínimo respeto, toda nuestra confianza o esa dulce palabra que, lloraría siempre, de no ser dicha un día. Confesar cuánto han sido, cuánto han significado, rememorar momentos incomparables, contextos irrepetibles. No estaría de más abrazarse a los muebles, acariciar los libros que nos acompañaron, romper fotografías y postales, borrar lo que se escribe al borde de los versos, rasgar lo que se guarda entre sus páginas. Sería bueno también reponer la comida de los gatos y haberle dado al perro el hueso que le gusta y agradecerle, hablarle de lo hermosa y desprendida que fue su compañía.

Aconsejable y justo no dar cuerda al reloj, soltar el viejo cuco y clavar las agujas en los ojos del tiempo; vaciar almanaques y estanterías, limpiar huellas de fechas y manillas, dejar hecha la cama, recoger nombres propios, músicas muy íntimas, cajones y proyectos; regar plantas, recuerdos, deseos secos, emociones marchitas entre los diccionarios.

Oportuno, asimismo, colocar una flor frente a un portarretratos, descolgar lo que a veces oyeron las paredes, doblar entre las sábanas el aroma de un cuerpo, la magia de un encuentro. Comprobar que las puertas van a quedar abiertas, que no hay cuentas pendientes ni citas prorrogadas ni promesas en vano; vestirse con la ropa más ligera, oler el pan, destruir los contactos, tachar las direcciones; retornar a la infancia, tumbarse a la sombra de los años felices, recuperar ausencias, reconstruir los rostros de los muertos, preguntar qué posición es la más placentera. Tirar la llave al mar, sacudirse los miedos, anular los pasos y no retroceder, jamás mirar atrás. (La Voz de Asturias, 17-05-08).