miércoles, 16 de marzo de 2011

Sus últimas palabras que recuerdo


Ella siempre llegaba. Siempre estaba. Siempre podía poder. Siempre podía. Desde que yo salí de su profundidad, partiéndola de dolor, rasgándole la juventud y cargándole la vida, nunca más se encontró ni lejos ni incapaz ni muy cansada. Mi madre, aunque no pudiera poder, siempre pudo. Pudo traerme al mundo, pudo llevarme dentro, pudo pararme el llanto, pudo peinarme siempre, pudo dormir con hambre, pudo inventarme pan. Pudo estar muchos días sin agua y sin deseos, pudo darme de beber siempre, pudo enseñarme a desear. Pudo con el silencio, pudo con la verdad. Pudo estudiarme y pudo estar y estar y estar.

Siempre alerta y en mis proximidades, a todas horas esperando para entregarse, ofreciéndose a ser, espolvoreando calma, desprendiendo voluntad, propiciando alas y opinándose suelo, tejiéndome jerséis y pasos firmes, abriéndome puertas y cerrándose ocasiones, ahuecándose, día a día, para revestirme con su 'llenitud' tan inmensa como sencilla. Yo fui creciéndome y apartándome, siguiendo uno de los muchos ramales de este camino único. Y ella, como un principio y como un final, se mantenía en vela, 'entretenida' con alguna de sus tantas dedicaciones, hasta escuchar el ruido de las llaves y servirme la cena; aguardando la llamada, al otro lado del teléfono, atenta a las peticiones, decidida a presentarse, a estar conmigo 'ya, ahora mismo, de repente, sin perder ni un momento o enseguida', a hilvanarme un cálido 'no te preocupes, eso no es nada, verás cómo se arregla'.

Jamás dejó de poder ni en las noches de fiebre, ni en las fechas cruciales, ni en los peores días. Nunca renunció a hacer por poder. Sin embargo, aquella tarde en la que apenas me escuchaba, pero aún podía sentirme y me oía, cuando le pregunté: '¿cuándo quieres que vuelva?', sus últimas palabras, como desde muy lejos, como quien está yéndose inconsciente de su partida, pero consciente de que ya no habrá vuelta, como desde un sueño insondable, como pudiendo sin poder..., sus últimas palabras susurraron: ven cuando tú tengas tiempo, cuando tú quieras, cuando tú puedas.