Yo también masticaba la cal de las paredes en las tardes de agosto y creía que sólo se moría en invierno y no entendía por qué cada vuelta del mundo envejecía a mi madre. Estuve enamorado de una araña grandísima que vivía en una grieta de la puerta y hacía competiciones de gusanos. El cielo me parecía una carpa gigante y cuando vi pasar los primeros aviones los ojos se me abrieron como dos libertades. Mi padre me enseñó a comprender el viento, a predecir la lluvia en la piel de los árboles y por eso he tenido siempre miedo al futuro. De pequeño, además, yo quería ser gitano para tener un burro, entre otras muchas cosas, y caminar descalzo. Pero la vida nunca acepta nuestros ruegos y me gustó el latín no sé por qué motivo y aquí estoy enseñando lo que a veces no entiendo. ¿Qué voy a decir yo de la palabra hombre?, ¿cómo puedo explicar que para que haya historia hubo que desde siempre ir matando o muriendo? Conseguí ser mayor y me quité estos vicios a pesar de mí mismo: y me conformo y callo y voy tirando y echo de menos mucho la araña de la grieta y el olor de la cal me es como de familia. Aprendí, como todos, a amar lo que no amo, y a hacer, según la norma, lo que todos hacían.
Nació en Bañugues, Asturias, en 1964. Es doctor en Filología Clásica por la Universidad de Oviedo, donde es profesor titular de latín.
Ha publicado los poemarios Las horas en vano, Versos para Ana sin número, La edad del saúco, En Presente, La hora de las gaviotas, Vengo del Norte, Nadie responde, Nada, 34 (Poemes a imaxe del silenciu), Tocata y Fuga y la Antología Esta luz tan breve (Poesía 1988-2008). Es coeditor de Cuadernos Fíbula, al lado de Marian Suárez: La muerte tiene llave, Con los cinco sentidos, Las señas del perseguidor, Una realidad aparte y No. A través de la Editorial Pintar-Pintar ha aportado al mundo de la poesía para niños libros destinados a convertirse en clásicos: El Poema que cayó a la mar, Chispina, Caracol, Todo ama, , Mi madre y Loles.